La conversión de Agustín Zapata: El amor del Libro de Mormón y El Siguir del Espíritu
Conocí a Agustín Zapata después de haber tenido su primera charla con los misioneros. Yo acababa de ser trasladado a la zona, una ciudad que se llama Fray Luis Beltrán. Los Elderes anteriores habían encontrado Agustín y le dieron un Libro de Mormón. Cuando mi compañero y yo volvimos a visitar a Agustín pocos días después de la primera discusión, encontramos que había leído el libro de Mormón entero. Le encantaba el Libro de Mormón y no podía dejar de leerlo en su totalidad y luego empezar a leer de nuevo.
Cuando escuché eso, pensé que Agustín era «de oro» y que iba a ser bautizado en el corto plazo. Bueno, no todo resultó de esa manera.
Continuamos la enseñanza de Agustín de las charlas. Él disfrutaba mucho de nuestras visitas, se sentía el Espíritu mientras estábamos allí, y creía todo lo que le enseñamos. Pero cuando le invitó a ser bautizado, él dijo que no estaba seguro de eso. Su padre fallecido era un católico devoto, y Agustín temía que iba a ofender a su padre si él se unió a otra fe. Yo no tenía ni idea de cómo hacer frente a su preocupación, por lo que le animé a seguir orando y venir a la iglesia con nosotros para ver cómo le gustaba la reuniones de la Iglesia y el pueblo allí.
Agustín accedió a venir a la iglesia, pero semana tras semana, nunca se presentó. Finalmente, nos ofrecimos a darle un paseo a la Iglesia, por venir a su casa, caminar con él al autobús, y aun pagar su pasaje. Pero todavia, semana tras semana, cuando nos presentamos en su casa, el vendría con excusas para no venir a la iglesia.
Finalmente, un sábado por la noche nos prometió que iba a venir a la iglesia a la mañana siguiente. Cuando llegamos a su casa, sin embargo, una vez más Agustín dijo que no podía venir a la iglesia con nosotros. Bueno, eso lo hizo por mí, me enojé y hizo algo que siempre he lamentado. Yo estaba visiblemente molesto, llamé a Agustín un mentiroso, y me alejé, prometiendome a mí mismo a no ir a visitarlo mas.
Pocas semanas pasaron y no había visto ni oído de Agustín. Entonces un día, Agustín nos vio en la calle y nos detuvo. Dijo que había tenido un sueño, y su padre vino a él en este sueño y le dijo que debe encontrar la verdad. Agustín dijo que creía que la verdada al cual su padre se refería podría ser la Iglesia Mormona. Yo estaba un poco escéptico, pero dimos a Agustín un desafio de venir a la iglesia el domingo sigiuente. No se ofreció a dar un paseo a Agustín, pensando que esto sería una buena prueba para ver cómo sincera que era.
Para mi alegría inmensa, Agustín llegó a la iglesia, y le encantó. Nos sentamos juntos en la reunión sacramental, y Agustín cogió un libro de himnos y comenzó a contar junto con el resto de la congregación. En la Escuela Dominical, Agustín participó activamente. Durante y después de las reuniones, el disfrutó socializar con los demás miembros. Sintió el mismo espíritu en nuestras reuniones de la Iglesia como él se había sentido durante nuestras charlas misioneras y sabía la manera de mantener ese sentimiento era bautizarse y unirse a la Iglesia.
Agustín fue bautizado unas semanas después en el 24 de noviembre de 1996. Fue una ocasión hermosa, y yo sabía que era el poder de conversión del Libro de Mormón, así como el Espíritu que se sintió durante la reuniones de la Iglesia que ayudó a Agustín Zapata tomar esa decisión de seguir al Salvador y unirse a su verdadera Iglesia por medio del bautismo.
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