Abrir la Boca

Abrir la boca: un mandamiento a los misioneros
La Doctrina y Convenios está repleta de escrituras que manda los misioneros a abrir la boca y predicar el evangelio. Casi siempre las Escrituras contienen la promesa del Señor que ellos serán bendecidos y sabrán qué decir si dan ese paso de fe y abrir la boca. Éstos son algunas de las escrituras:
DyC 24:12, cuando Oliver Cowdery esta llamado a predicar el evangelio, el Señor dice, “y en todo tiempo y en todo lugar, de día y de noche, abrirá su boca y declarará mi evangelio como con voz de trompeta. Y le daré fuerza como no se conoce entre los hombres.”
- DyC 28:16, otra vez, a Oliver Cowdery, el Señor dice, “Y en todo tiempo abrirás tu boca para declarar mi evangelio con el son de regocijo.»
- DyC 30:11, John Whitmer esta llamado a predicar el evangelio, el Señor dice, “siempre abrirás tu boca por mi causa, no temiendo lo que pueda hacer el hombre, porque yo estoy contigo.»
- DyC 33, al Ezra Thayre and Northrop Sweet el Señor lo dice tres veces: versiculo 8 “Abrid vuestra boca y será llena,” versiculo 9 “Abrid vuestra boca sin cesar,” y otra vez en el versiculo 10 “Abrid vuestra boca y será llena.”
- DyC 60:2, a los elderes de la iglesia el Señor dijo, “mas con algunos no estoy muy complacido, porque no quieren abrir su boca, sino que esconden el talento que les he dado, a causa del temor de los hombres.»
- DyC 71:1, a Joseph Smith and Sidney Rigdon el Señor dice, “es necesario y oportuno que abráis vuestra boca para proclamar mi evangelio, las cosas del reino… de acuerdo con la porción del Espíritu y del poder que se os dará según mi voluntad.»
Abrir la boca es difícil, pero necesario
Para muchos misioneros este mandamiento de «abrir la boca» no es fácil, y por eso, probablemente, es el motivo por el Señor lo menciona una y otra vez en las Escrituras. Muchos misioneros, incluido yo mismo como un joven misionero, son tímidos e inseguros de sí mismos. Muchos son llamados a predicar el Evangelio en tierras donde no hablan el idioma nativo. Las excusas para no abrir la boca como un misionero son muchas, pero todos tienen sus raíces en «el miedo del hombre» en lugar de confiar en Dios. Como se señala en las escrituras anteriores, cuando los misioneros abren la boca para declarar el evangelio restaurado el Señor estará con ellos y les ayudará a saber qué decir. Pero no es hasta que los misioneros den ese paso necesario para que el Señor los utilizan como un instrumento en sus manos.
Tocar Puertas
La manera, quizas, más común para los misioneros en todo el mundo a abrir la boca es de tocar puertas. En Argentina tocamos algunas puertas, pero no mucho. La principal manera en que hemos abierto la boca en mi misión era de hablar con la gente en el autobús o en la calle. En Argentina, los misioneros no tienen carros ni bicicletas para el transporte, en todas partes fuimos nosotros ya sea caminando o en autobús (o ‘colectivo’ como lo llamaron en Argentina). Este fue el caso con la mayoría de nuestros contactos en Argentina y, por lo que constantemente se encontró con la gente en las calles y en el autobús. Fue difícil para mí en primer lugar, para iniciar una conversación acerca del Evangelio en estos casos, pero aprendí a usar ambos métodos de manera efectiva como misionero.
Durante mi primer par de semanas en Argentina, era demasiado tímida e insegura de mis conocimientos de idiomas a sentarse junto a un extraño y empezar una conversación acerca del Evangelio de Jesucristo. Vi a mi compañero hacerlo una y otra vez cuando tomamos el autobús para viajar a las citas de enseñanza o de otras diligencias.
Después de una semana o dos, mi compañero mayor desafió que me sentara al lado de alguien en el autobús y hablar con el. De mala gana, yo lo hice, y mi primer intento fue en realidad bastante éxitoso. El hombre que se sentó al lado era amable e incluso me dio su nombre y dirección para que fuimos a su casa después de nuestra discusion. Esta interacción me dio confianza adicional y yo seguimos abriendo la boca para dar testimonio al extraños en el autobús para el resto de mi misión.
Por supuesto, no todo la gente que conocimos en el autobús fue este agradable, mucha gente no quería hablar con nosotros, se levantaba y se desplazan a otro asiento, o trató de discutir con nosotros (nunca discutir con la gente). Independientemente de si fue recibido o no mi testimonio, siempre traté de abrir la boca en el autobús y dar testimonio de nuestro Señor Jesucristo y el mensaje del Evangelio restaurado.
Contactando en la calle es lo que yo calificaría como hablar con la gente en situaciones diaras en casi cualquier escenario de la marcha a través del día. Hablando con la gente que pasan en las calles, o que vean en el supermercado, o el encargado en la tienda de fotos, o cualquier número de otras situaciones. A lo largo de mi misión, hice un esfuerzo continuo a abrir la boca en estos momentos que abarcaba casi todo el día. Donde quiera que vayas, te pones tu placa misionera y no hay vacaciones de ser un representante del Señor.
Si yo, como misionero, no había abierto la boca y comparti nuestro mensaje en situaciones cotidianas, nunca se han reunido y han bautizado a la familia Almada. La conversión de Juan Carlos López, quien nos conocimos en la calle, nunca habría ocurrido sin abrir la boca. Y la familia Godoy, una estupenda pareja con dos niños, fueron bautizados porque comenzamos una conversación en una tienda de revelado de fotografías. La conversión de Aldo, y otros innumerables paso porque abrimos la boca in todo momento.
“Por tanto, de cierto os digo, alzad vuestra voz a este pueblo; expresad los pensamientos que pondré en vuestro corazón, y no seréis confundidos delante de los hombres; porque os será dado en la hora, sí, en el momento preciso, lo que habéis de decir.” (DyC 100: 5-6) Doy testimonio de que esto es cierto. Abre la boca cada vez que pueda y dé testimonio del Señor y su Iglesia restaurada y el mensaje del Evangelio que llevamos. Si lo haga, el Señor les bendecirá con las palabras adecuadas, y él les guiará a las personas eligidas, y el Espíritu penetra en los corazones de sus oyentes y dar testimonio de la veracidad de sus palabras. Usted será bendecido y el Señor será capaz de bendecir a muchos otros a lo largo que usted se convierte en un instrumento en sus manos.
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