Misioneros Son Llamados por Dios

El siguiente es un extracto, texto y vídeo, del discurso del Elder Ronald A. Rasband titulado El llamamiento divino de un misionero que el dio en Sesión del Sacerdocio de la Conferencia General de abril 2010. En el discurso, el Elder Rasband explica el proceso de llamada misional, sobre todo, cómo los misioneros son llamados por Dios a través de inspiración por nuestros profetas vivientes.

Como parte de mi capacitación inicial como nueva Autoridad General, tuve la oportunidad de sentarme con algunos miembros de los Doce cuando asignaban a misioneros para servir en una de las más de 300 misiones de esta gran Iglesia.

Con el permiso del presidente Henry B. Eyring, y alentado por él, me gustaría contarles una experiencia muy especial que tuvimos hace varios años cuando él era miembro del Quórum de los Doce. Cada uno de los apóstoles tiene las llaves del reino y las ejerce bajo la dirección y asignación del Presidente de la Iglesia. El élder Eyring estaba asignando misioneros a sus respectivas áreas de trabajo y, como parte de mi capacitación, se me invitó a observar.

Me reuní con el élder Eyring temprano por la mañana en un cuarto donde se habían preparado varios monitores grandes de computadoras para la sesión. También se encontraba allí un miembro del personal del Departamento Misional a quien se le había asignado ayudarnos ese día.

Primero nos arrodillamos juntos en oración. Recuerdo que el élder Eyring utilizó palabras muy sinceras al pedir al Señor que lo bendijera para saber “perfectamente” a qué lugar se debía asignar a los misioneros. La palabra “perfectamente” indica mucho en cuanto a la fe que el élder Eyring mostró ese día.

Para comenzar el proceso, aparecía en el monitor de la computadora la foto del misionero o la misionera a quien se daría la asignación. Al aparecer cada foto, me parecía como si el misionero o la misionera estuviera en el cuarto con nosotros. Entonces el élder Eyring saludaba al misionero con su voz gentil y agradable: “Buenos días, élder Reier o hermana Yang. ¿Cómo está usted hoy?”.

Me dijo que le gustaba imaginarse dónde concluirían su misión los misioneros; eso le ayudaba a saber a dónde se les debía asignar. Luego, el élder Eyring analizaba los comentarios de los obispos y los presidentes de estaca, las notas médicas y otros aspectos relacionados con cada misionero.
Después, miraba otra pantalla en donde aparecían las áreas y las misiones alrededor del mundo. Finalmente, según le indicaba el Espíritu, asignaba al misionero o a la misionera a su área de trabajo.

De otros miembros de los Doce he aprendido que ese método general es usual cada semana cuando los Apóstoles del Señor asignan a muchos misioneros a dar servicio por todo el mundo.

En vista de que años atrás yo había prestado servicio como misionero en mi país, en la Misión de los Estados del Este, esa experiencia me conmovió profundamente. Además, al haber servido como presidente de misión, estaba agradecido de tener otra confirmación en el corazón de que los misioneros que había recibido en la ciudad de Nueva York se me habían enviado por revelación.

Después de asignar a varios misioneros, el élder Eyring se dirigió a mí mientras reflexionaba sobre un misionero en particular y dijo: “Hermano Rasband, ¿a dónde cree que debe ir este misionero?”. ¡Me sobresalté! Le indiqué suavemente que no sabía, ¡y que tampoco sabía si yo podía saber! Me miró de frente y simplemente me dijo: “Hermano Rasband, preste más atención, ¡y también podrá saber!”. Después de eso, acerqué mi silla un poco más al élder Eyring y a los monitores, ¡y sí presté mucho más atención!
Un par de veces más al continuar el proceso, el élder Eyring se volvió hacia mí y me preguntó: “Bueno, hermano Rasband, ¿a dónde siente que debe ir este misionero?”. Yo le nombraba una misión en particular y el élder Eyring me miraba pensativo y decía: “¡No, no es esa!”, y asignaba al misionero a la misión a la que él había sentido que debía ir.

Casi al finalizar las asignaciones, apareció la foto de cierto misionero en la pantalla. Tuve una impresión muy fuerte, la más fuerte de toda la mañana, de que ese misionero que teníamos enfrente debía ser asignado a Japón. Yo no sabía si el élder Eyring me iba a preguntar sobre ese misionero, pero increíblemente lo hizo. Con vacilación y humildad le dije: “¿A Japón?”. El élder Eyring respondió de inmediato: “Sí, vayamos allí”. Aparecieron en el monitor las misiones de Japón, y en el acto supe que el misionero debía ir a la Misión Japón Sapporo.

El élder Eyring no me preguntó el nombre exacto de la misión, pero asignó al misionero a la Misión Japón Sapporo.

En lo profundo de mi corazón me sentí muy conmovido y sinceramente agradecido al Señor por permitirme tener esa impresión, y saber a dónde debía ir ese misionero.
Al terminar la reunión, el élder Eyring me testificó del amor que el Salvador tiene por cada uno de los misioneros asignados a salir al mundo a predicar el Evangelio restaurado. Dijo que es por el gran amor del Salvador que Sus siervos saben a dónde deben ir a prestar servicio esos maravillosos hombres y mujeres jóvenes, misioneros mayores y matrimonios misioneros. Recibí un testimonio más esa mañana de que cada misionero a quien se llama en esta Iglesia, y que se asigna o reasigna a una misión en particular, es llamado por revelación del Señor Dios Todopoderoso mediante uno de éstos, Sus siervos.

1 comentario
  1. Carol Pichardo
    Carol Pichardo Dice:

    Buenos Dias,
    Que maravilloso mensaje, de verdad me ha conmovido bastante, ya que estoy a la espera de mi llamamiento misional. En cierta forma en estos últimos me he sentido un tanto curiosa de saber cuando podría recibir respuesta. Auque no lo demuestro y he tratado esta parte con la paciencia y humildad que requiere; este mensaje me dió una gran ayuda e incrementó mi testimonio en cuanto a la inspiración y relevación que tienen nuestras Autoridades Generales; en verdad son hombres especiales con el poder de nuestro Padre Celestial para administrar todo lo relacionado en cuanto a su Evangelio. Ahora sé con mas certeza que mi llamamiento llegará cuando el Señor así lo disponga, indicandome exactamente donde él me necesita.
    Gracias por publicar este discurso del Elder Rasband. Feliz día!

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